Días de Sol y Días de Lluvia

Hay días de sol; un sol tan resplandeciente que te ciega y lo único que puedes hacer es cerrar los ojos y sentir como su calor calienta cada poro de tu piel. Esos días hay que guardarlos en la memoria, regocijarse en ellos cuando la tempestad empieza a asomar en la lejanía.

Hay días de lluvia; una lluvia que puede enfriar todo el calor guardado, llevándonos al olvido de tiempos de luz para sumergirnos en el gris de su humedad.

Pero la lluvia limpia; arrastra la neblina de los días para dejar cielos de azul, un azul de mar. Bendita lluvia; benditas tormentas fortuitas que nos hacen desbordar para renacer más vivos, más brillantes. Y bendito mar en mis días, el que me da esa fuerza invisible, la que me empuja a reencontrarme conmigo misma y mi parte olvidada, con mis palabras de tinta, con mi tinta dibujada en garabatos de un sentir… porque por sentir, que no quede.

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