Tardes de Otoño

Escrito por Josefinailu


Recuerdo las tardes de otoño de antaño; humeantes calles repletas de gente de lana, guantes y paño.

Los andares acelerados para llegar a su destino lo más rápido posible, para después cobijarse del frío en su cálida morada. En las esquinas, no todas, no faltaban los puestos de castañas asadas. Con ese olor delicioso que tanto me gustaba.

Cerraba los ojos y absorbía ese aroma cálido. Después, me volvía a subir la bufanda por encima de mi nariz con la esperanza de que ese olor permaneciera allí durante un rato más.

Recuerdo el ajetreo de una pequeña ciudad, aún así ciudad y en consecuencia gris y algo caótica. Bien conocida y mil veces andada en todas direcciones y con múltiples compañías.

Y es que siempre me gustó el otoño por ese ambiente frío pero soportable. Pero ahora, con el pasar de los años, se ha convertido más bien en un tiempo para los recuerdos. Un tiempo de añoranzas, en el que vuelvo a revivir escenas divertidas con mis amigos de la infancia, pero también pérdidas dolorosas, aún demasiado… y presiento que así será por siempre.

Recuerdo paseos entre el verdor de los bosques de mis amados paisajes, tales como el Montseny, dónde iba a recoger grandes y jugosas castañas con mis padres. Perdiéndome en ocasiones por mundos imaginarios en los que me encontraba con hadas del bosque y otros seres que en mis fantasías del hoy, aún viven. ¡Deseé tantas veces que fueran reales! por aquello de vivir algo realmente increíble.

Junto a mis padres viví momentos deliciosos, rodeada casi siempre de naturaleza allí dónde íbamos, envuelta de otoños de anoraks y botas, buscando setas en rincones recónditos de parajes del Berguedà, de los que ahora solo ellos sabrán el nombre pues “el lugar en el que encontramos las setas es un secreto que no se comparte”.

Y vuelvo a andar en mis recuerdos campo a través con ellos, conmigo y con mis sueños de niña. Mirando más hacia las copas de los árboles y sus troncos, pues es conocido que las casitas de hadas se encuentran ahí precisamente, que debajo de los pinares. Aún así, alguna seta encontraba también.

Recuerdos de otoño que en el otoño primaveral de hoy rememoro con mis hijos, no solo por compartir con ellos, sino también para alimentar mi alma y llenar algunas tardes soleadas grises, con el cálido olor a castaña.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *